Supongo que no deseaba pensar en la charla que me caería por cuarta o quinta vez,…
Así que jugaba dándole vueltas con la cucharilla,… aquella estación era siempre solitaria, una pequeña estación en ninguna parte… donde los billetes incluso te los vendía el mimo camarero.
El camarero era una persona infeliz a mi forma de ver… siempre apática,.. gruñona. Pero aquel día se respiraba nuevos aires y tenía una cara más luminosa, unos ojos más abiertos y cristalinos,… Creo que incluso sonreía inconscientemente,… y que susurraba la letra de alguna cancioncilla melosa.
Segundos mas tarde asomo una bella joven, tras el mostrador, risueña y que capto parte de mi atención,… era su hija,… una hija que le arrebato un ex mujer, tras el divorcio que se origino en un ataque de cólera por haberla descubierto metida en una pequeña orgia con algunos de los vecinos de la escalera.
Esa joven me resulto atractiva casi de inmediato, demasiado atractiva para ser hija de aquel auscultado camarero, grande y fornido, de ropas negras y mirada empequeñecida. Aquella visión me estremeció y sentí de pronto un pequeño enamoramiento, de los que salen de dentro.
No podía dejar de mirarla de reojo, como se movía con soltura detrás de la barra, como si hubiera estado allí toda la vida. Yo deseaba tener la prensa en mis manos para así distraerme unos momentos, pero en esa estación perdida…. no había mas que un poco de mugre.
Mientras observaba su contorneo, me vino una sensación extraña,… ¿Cuánto tiempo hacía que no me sentía enamorado?.... mucho… tanto así que mi corazón sentía alfileres, y no deseaba ni respirar para no clavármelos.
Pensé que decirle,… cómo te llamas? Que haces aquí? Donde has estado todo este tiempo? Te vas a quedar algún tiempo?.... y mil preguntas irrelevantes para aquella muñequita.
La joven al fin me dio conversación,… no recuerdo bien que me pregunto o dijo. Pero respondí casi de inmediato,………. ¿tienes otro azúcar?.
Así que jugaba dándole vueltas con la cucharilla,… aquella estación era siempre solitaria, una pequeña estación en ninguna parte… donde los billetes incluso te los vendía el mimo camarero.
El camarero era una persona infeliz a mi forma de ver… siempre apática,.. gruñona. Pero aquel día se respiraba nuevos aires y tenía una cara más luminosa, unos ojos más abiertos y cristalinos,… Creo que incluso sonreía inconscientemente,… y que susurraba la letra de alguna cancioncilla melosa.
Segundos mas tarde asomo una bella joven, tras el mostrador, risueña y que capto parte de mi atención,… era su hija,… una hija que le arrebato un ex mujer, tras el divorcio que se origino en un ataque de cólera por haberla descubierto metida en una pequeña orgia con algunos de los vecinos de la escalera.
Esa joven me resulto atractiva casi de inmediato, demasiado atractiva para ser hija de aquel auscultado camarero, grande y fornido, de ropas negras y mirada empequeñecida. Aquella visión me estremeció y sentí de pronto un pequeño enamoramiento, de los que salen de dentro.
No podía dejar de mirarla de reojo, como se movía con soltura detrás de la barra, como si hubiera estado allí toda la vida. Yo deseaba tener la prensa en mis manos para así distraerme unos momentos, pero en esa estación perdida…. no había mas que un poco de mugre.
Mientras observaba su contorneo, me vino una sensación extraña,… ¿Cuánto tiempo hacía que no me sentía enamorado?.... mucho… tanto así que mi corazón sentía alfileres, y no deseaba ni respirar para no clavármelos.
Pensé que decirle,… cómo te llamas? Que haces aquí? Donde has estado todo este tiempo? Te vas a quedar algún tiempo?.... y mil preguntas irrelevantes para aquella muñequita.
La joven al fin me dio conversación,… no recuerdo bien que me pregunto o dijo. Pero respondí casi de inmediato,………. ¿tienes otro azúcar?.
Escrita por Danny
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